15 DE SEPTIEMBRE


El pasado miércoles 15 de septiembre celebramos la festividad de Nuestra Señora de los Dolores en sus advocaciones de Soledad y Angustias. Era. por tanto, el día de Nuestra Madre María Santísima de las Angustias y lo celebramos con una Eucaristía a las ocho de la noche en la Parroquia de la Asunción. Al finalizar la misma, se le rezó la Salve a María Santísima de las Angustias en su Capilla y pedimos por el buen desarrollo del curso 2010-2011 que vamos a comenzar.

Los Evangelios muestran a la Virgen Santísima presente, con inmenso amor y dolor de Madre, junto a la cruz en el momento de la muerte redentora de su Hijo, uniéndose a sus padecimientos y mereciendo por ello el título de corredentora.

El Evangelio de este día (Juan 19,25-27) nos proclama lo siguiente:

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo.” Luego, dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre.” Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Nuestro Director Espiritual D.Marcelino nos hace la siguiente reflexión:


El "Sí" incondicional que María dio a los planes de Dios, cuando la Anunciación en Nazaret, se prolonga hasta el amargo pero igualmente confiado y modélico. "Sí" de María en Jerusalén, junto a la Cruz de Jesús. Y por ese otro "Sí" de María en el Calvario, Jesús nos la dio por Madre. Todos los discípulos de Jesús, todos los que le amamos e intentamos hacer realidad su Evangelio, todos los que hemos sido bautizados y nos sentimos cristianos, estábamos representados en ese momento por Juan, el discípulo predilecto, quien recibió en nuestro nombre el más hermoso regalo de Dios: "Ahí tienes a tu Madre". Y a la Virgen Santísima la amamos tanto como Madre que la cobijamos bajo un palio hecho de nuestro cariño ilusión. Porque María Santísima de las Angustias es Nuestra Madre siempre atenta a sus hijos. María, llévanos junto a tu Hijo, Jesucristo, el Señor.

Desde la Hermandad, dígamos sí a María y acojámosla en nuestras casas y en nuestros corazones.